martes, 16 de junio de 2009

ido.

- ¿Me permites decirte una cosa?

No. Pensaba ella. Esa pregunta siempre deriva en alguna estupidez que hace daño. Sin embargo, no dijo nada. Hablar le parecía en general una pérdida de tiempo -o quizás un medio demasiado simple para decir demasiado-. Y la poca curiosidad que sentía hacia lo que se avecinaba superó al poco daño que podía hacerle cualquier cosa que le dijera cualquiera en el universo.

- Él no nos gustaba.

Uhm. Vaya novedad. A ella tampoco. Pues ya lo había dicho. En fin. Como pensaba, una tontería. Aunque en realidad... Qué más daba, ¿no? La verdad es que todo da siempre igual. En realidad, nada es importante. No. no.
no.
n
o
.

A ella tampoco le gustaba. Realmente no le gustaba nada de nada. Curioso. Antes. Ahora ya no. Las cosas son curiosas una sola vez. Después pasan a estar repetidas. Y lo repetido es previsible. Y lo previsible no tiene interés. Él no tenía interés desde el principio. Desde el principio estaba repetido.

repetido.

3 comentarios: